Raymundo Riva Palacio - El Financiero
El fiscal general, Alejandro Gertz Manero, se está dando un festín. La negociación con Emilio Lozoya, exdirector de Pemex, que se inició desde Madrid para que alcanzara el criterio de oportunidad a cambio de denunciar a sus jefes, lo ha venido acomodando a su beneficio. Quién sabe si podrá judicializar todo lo que acordaron que declaró Lozoya el 11 de agosto pasado, pero políticamente es una mina para mostrar que las imputaciones contra altos funcionarios de la anterior administración y políticos tienen cuerpo, y que el jurado popular dicte sentencia. En este momento, cae sobre terreno fértil, porque su acusación de cohecho, delito electoral y traición a la patria contra Enrique Peña Nieto, entra suavemente en el imaginario colectivo que ha linchado al expresidente desde hace seis años.
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