Luis Rubio - El Siglo de Torreón
El presidente avanza con celeridad
en todos los frentes. En el ámbito
económico, ha neutralizado, desmantelado o disminuido a prácticamente todas las entidades diseñadas para regular inversiones y el funcionamiento
de mercados, incluyendo la electricidad, los hidrocarburos, así como los
consejos de administración de las empresas “productivas” del estado y los
bancos de desarrollo. Aun antes de iniciar el sexenio, ya había cancelado el
nuevo aeropuerto de la Ciudad de México y anunciado la construcción de proyectos de dudosa viabilidad económica,
como la refinería de Dos Bocas y el Tren
Maya. Cada una de estas acciones tiene
implicaciones para el presupuesto gubernamental y para la credibilidad del
gobierno en su conducción económica
y, sin embargo, no ha tenido costo aparente. El presidente, de facto, ha desafiado a los mercados financieros y a la
ortodoxia económica sin que sus decisiones manifiesten consecuencia negativa alguna en las variables más evidentes, comenzando por el tipo de cambio.
La pregunta es por qué.
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