A mis buenos amigos de Barcelona
La estrecha conexión que tiene la economía de México con la de Estados Unidos es un hecho. Los elementos que la componen provocan efectos de tipo coyuntural, pero han constituido, igualmente, un entramado estructural. Ambos son muy visibles.
En las pasadas dos décadas el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha repercutido de manera decisiva en los patrones de la producción, en el monto y destino de las corrientes de inversión, en la composición del comercio exterior, en la ocupación de la fuerza de trabajo, así como en su carácter formal e informal y, también, en la migración.
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