Estamos en las vísperas de las negociaciones para modernizar y actualizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el TLC.
En la renegociación, nos dice el secretario de Economía, habrá días buenos, días malos y días peores, será como una montaña rusa. La franqueza de su inconsciente nos deja ver, desde ahora, lo que muchos nos tememos desde antes: que nos va a ir como en feria.
Entramos a la renegociación del peor tratado de los Estados Unidos –Trump dixit–, simplemente por obra y gracia –para nosotros desgracia– del señor Trump, obligados por su capricho, su promesa electoral y su autoritaria decisión y por la obsecuente, sumisa y a la vez temerosa actitud de nuestros gobernantes, decisión del presidente estadunidense que contiene una doble intensión: el proteccionismo a sus intereses y la mayor apertura de los nuestros, o dicho de otra manera, proteccionismo en EU y liberalización en México.
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