Alejandro Nadal/ II/ La Jornada
En septiembre de 2008, el
senador Sherrod Brown recibió una llamada del secretario del Tesoro,
Hank Paulson, y de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal. Brown
no era un gran jerarca del Senado, por eso se necesitaba su voz para
lanzar una idea descabellada. Paulson y Bernanke fueron al grano:
Necesitamos 700 mil millones de dólares, y los necesitamos en tres días. Además, le dijeron, el plan que tenían entre manos requería que Paulson tuviera la capacidad de gastar ese dinero como quisiera, sin supervisión alguna y sin tener que rendir cuentas ante alguna corte o tribunal judicial.
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