Joaquín Estefanía / El País
El permanente debate de política económica, que ha durado toda la Gran
Recesión, entre los partidarios de ajustar las economías primero para
que luego creciesen (los ortodoxos), y los que defendían que era
imprescindible crecer antes para ajustar después (los pragmáticos), ya
tiene un vencedor claro: EE UU, el representante más genuino de la
segunda opción. Sus datos macroeconómicos (el crecimiento y, sobre todo,
la creación de puestos de trabajo) avalan esa victoria con gran
holgura.
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