Las élites no son las únicas ‘extractivas’; los ciudadanos, las masas, también lo son
Tras constatar que las reformas necesarias para salir de la crisis solo
se aplican tarde y mal, crece el número de quienes culpan al sistema
político o a los propios políticos, y proponen rupturas institucionales
costosas y arriesgadas. Se equivocan, porque el fallo principal no
reside en las instituciones sino en los ciudadanos. De hecho, las
decisiones tomadas voluntariamente por nuestros gobernantes se ajustan a
las preferencias de la mayoría: somos los europeos más partidarios de
que el Estado controle la economía, de que resuelva todos nuestros
problemas y nos imponga una fiscalidad redistributiva, por no hablar de
nuestra resistencia a recortar el gasto público o a liberalizar el
mercado de trabajo.
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