Rolando Cordera Campos / La Jornada
Se fue Luis Villoro,
quien pensó bien, muy bien, y siempre para bien, la profunda cuestión
social de la desigualdad, la discriminación y la prepotencia que marca
nuestra historia. Su pensamiento y su recuerdo viven como lo hacen sus
luminosos libros. Hoy como nunca, volver a Villoro es obligado: los
arcanos bloqueos provenientes de la Colonia subsisten y se reproducen en
las arrinconadas regiones donde moran los indios de México, pero
también en las mentalidades de quienes poblamos las ciudades y
pretendemos marcar pautas para imaginar un futuro mejor para los
mexicanos. Nada de esto se logrará si la injusticia social se mantiene
como la regla maestra para la reconstitución de la República. El proceso
ideológico de la revolución de Independencia es, como lo ha sido por
los años, faro que ilumina la reflexión sobre el México profundo donde
se dan la mano esas lacras.
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