Justo Navarro / El País
Me acerqué, preocupado, al
anteproyecto de Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, y no creo que mi
inquietud responda al miedo a cometer alguna de las infracciones que el
legislador penaliza. Mi preocupación es económica. La versión oficial dice que
por fin se acaban los días de dinero y trabajo escasos, pero el nerviosismo
policial del Gobierno del PP es un síntoma de lo contrario: la mala racha
seguirá y exigirá vigilar el desasosiego de los ciudadanos. Pienso así porque
me acuerdo de cuando el PSOE sacó su Ley de Protección de la Seguridad
Ciudadana de 1992. También entonces era perceptible en la calle el
desfallecimiento económico, mientras se alargaban las colas del paro después de
la primera guerra del golfo Pérsico, los Juegos Olímpicos de Barcelona, la
celebración del V centenario del descubrimiento de América y la Exposición
Universal sevillana.
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