El G-20, como otros organismos multilaterales, suele
enfrentarse a los problemas económicos cuando ya han adquirido una dimensión
que los hace difícilmente ocultables y manejables. El grupo se ha dado cuenta
de que existe un grave estrangulamiento fiscal en todo el mundo, provocado por
la capacidad que tienen las multinacionales para desplazar sus beneficios a los
países con menor carga fiscal para pagar allí sus impuestos. Las grandes
compañías disponen de una compleja red de asesores fiscales que diseñan estrategias
tributarias a la carta para jibarizar su carga tributaria. Pues bien, el grupo,
inspirado por la OCDE, quiere combatir este escamoteo planetario de bases
imponibles con un plan de 15 puntos, vigente durante los próximos dos años, que
se está analizando en la reunión de Moscú.
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