elEconomista/ Nueva York
El
desempleo de larga duración ha alcanzado bajo el mandato de Barack Obama su
nivel más alto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Un amargo
legado de cara a su segunda legislatura que amenaza con convertirse en un
problema estructural y dar lugar a una nueva clase permanente de ciudadanos
para los que será casi imposible obtener puestos de trabajo en el futuro.
Para
muchos expertos, la insistencia de Obama en ampliar los beneficios de los
parados podría estar alimentando aún más este problema.
Según los
datos recientemente publicados por la Reserva Federal de St. Louis, la duración
media un estadounidense en paro alcanza ya las 40 semanas, el doble del nivel
medio de a 20 semanas registrado durante las tres últimas recesiones.
Otro
informe publicado por la Reserva Federal de Boston reconoce que los empleadores
de EEUU parecen estar ignorando a los desempleados de larga duración y sólo
contratan a aquellos individuos que han estado sin trabajo por menos de seis
meses.
Cabe
recordar que desde 2008, el Congreso de EEUU ha votado a favor de extender los
beneficios por desempleo en diez ocasiones a un coste para las arcas públicas
de más de 500.000 millones de dólares. La última extensión de estas ayudas
incrementó el gasto federal en 30.000 millones de dólares.
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