En la tradición presidencialista de México un Presidente sólo pisaba
las sedes del Congreso en fechas específicas: o el día que tomaba
posesión o el día que tenía que acudir a rendir su Informe de gobierno o
en ceremonias especiales. Lo usual era que, fuera de esas fechas, si
los congresistas tenían algún asunto que tratar o incluso que negociar
políticamente sobre algún tema o iniciativa con el Presidente, fueran
los diputados y senadores quienes acudieran a Los Pinos en busca de
diálogo con el mandatario.
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