El
gobierno de Peña Nieto tiene como meta un crecimiento económico a un ritmo
cercano al 6% anual. El medio para llegar a ello es la inversión en
infraestructura, instrumento detonador de la inversión privada; los dos grandes
retos son: generar expectativas favorables a la inversión y ejercer los
recursos públicos sin propiciar un déficit fiscal.
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