Sea cual sea el partido político que llegue a la Presidencia, se mantendrá la disciplina fiscal, pero urge fortalecer la recaudación, dice Alberto Jones, director general de Moody’s en México.
No importa el partido político que gane la Presidencia el próximo 1 de julio. La historia económica de México no cambiará: las reformas estructurales seguirán aplazándose y el crecimiento seguirá débil y dependiente de la salud de Estados Unidos.
Ésta es la visión de Alberto Jones, director general de Moody’s Investors Services en México. “Nuestro escenario es de un crecimiento muy moderado, particularmente acentuada dicha moderación por la desaceleración de la economía de Estados Unidos, que nosotros no vemos que vaya a cambiar en algunos años porque las condiciones no están dadas para ello”, dice en entrevista.
El Producto Interno Bruto (PIB) de México ha crecido 2.2% promedio en los últimos 5 sexenios. Hasta el momento, a 5 años de gobierno, el sexenio de Felipe Calderón promedia un crecimiento de 1.5% anual.
Y sin reformas estructurales, como la laboral, la energética y la fiscal, el panorama no se ve mejor. Con ‘minireformitas’, dice Jones, seguirán los ‘minicrecimientitos’.
Cambio fiscal, contra reloj
Pese a llevar décadas sin realizar una reforma fiscal integral, México tiene asegurada en el mediano plazo la calificación ‘Baa1’ con panorama estable este año, ya que Moody’s considera que el gobierno ha mantenido la disciplina fiscal y un perfil de deuda sano.
Pero la permanente dependencia de los ingresos petroleros y una baja recaudación son, para la agencia calificadora, temas que tarde o temprano los próximos gobiernos deberán afrontar para evitar ser vulnerables a cualquier shock externo.
─Con el cambio de gobierno y el posible regreso del PRI a la Presidencia (o de cualquier otro partido), ¿ustedes tienen, como calificadora, algún temor de que este principio de salud macroeconómica y financiera se deje de lado?
─Nos parece que no. Inclusive, nosotros, cuando le dimos el grado de inversión a México, fue justamente en una época electoral federal, previa a la elección del año 2000, y ahí le dimos el grado de inversión a México. Porque teníamos (y seguimos conservando) la convicción de que las diversas fuerzas políticas de este país tienen consenso respecto de la necesidad de tener finanzas públicas sanas.
Entonces, anticipamos continuidad, independientemente de la fuerza política que llegue a gobernar al país. Además, este país cuenta con una Ley de Responsabilidad Hacendaria, que también es un candado, y la autonomía del banco central.
Nosotros tenemos 4 o 5 factores amplios que usamos para evaluar la calidad crediticia de los gobiernos de los países. Uno de ellos es el de fortaleza institucional. México, a juicio nuestro, tiene una fortaleza institucional mediana/alta. ¿Por qué? Porque el juego de los diferentes poderes (el Legislativo, el Judicial, el Ejecutivo) funciona de manera predecible, consistente, y esto nos hace estar tranquilos de que las elecciones en sí mismas no debieran generar un cambio en la conducción de las finanzas públicas del país.
Además, en todo caso, se partiría de una situación considerablemente diferente, es decir: con un perfil de deuda principalmente orientado a largo plazo, donde la composición de las monedas que constituyen dicha deuda están del lado de los pesos; el tipo de tasas; la cantidad de inversión doméstica en bonos del gobierno, en fin. Todo ello constituye, en todo caso, un punto de partida muy confortable para quien tome la conducción del Ejecutivo.
─¿Cuánto tiempo más puede resistir el país sin cambios estructurales?
─Lo que es un hecho es que tarde o temprano, porque los políticos de todos los colores lo saben y lo saben bien, la situación recaudatoria de este país tiene que cambiar, y lo saben, y seguramente no lo dicen ni lo dirán, menos en un periodo electoral, pero saben que se tiene que hacer ese cambio porque es aritmético: en el momento que los precios del petróleo se reduzcan, habrá menos dinero para gastar y para apoyar los gobiernos de los estados donde tengan una presencia política. Tarde o temprano, los cambios se van a llevar, probablemente, de manera gradual, como de hecho ha venido ocurriendo, y no de manera contundente.
Nuestro escenario es de un crecimiento muy moderado, particularmente acentuada dicha moderación por la desaceleración de la economía de Estados Unidos, que nosotros no vemos que vaya a cambiar en algunos años porque las condiciones no están dadas para ello, y por ende México, a pesar de que cuenta con un ahorro muy importante que podría financiar una gran cantidad de inversión, a pesar de tener un sistema bancario tan robusto y fortalecido que tiene la disposición y la capacidad de prestar mucho más, las condiciones no están dadas para que se ejerza todo ese ahorro hacia el crecimiento en ausencia de reformas, y por ende, el país estará destinado en los próximos años a crecer de manera muy moderada, a menos que haya cambios.
─¿Y con “minireformitas”, como las que hemos tenido?
─Pues tendrán “minicrecimientitos”, ¿no? (Risas)
Aún vulnerables
Además de la economía, la inseguridad será otro tema recurrente en las campañas políticas. Según The New York Times, desde que el presidente Calderón inició el asalto militar contra los cárteles de la droga en 2006, han ocurrido 47,515 asesinatos. Las últimas cifras proporcionadas por la Procuraduría General de la República (PGR), con datos hasta septiembre de 2011, hablan de que en 2011 las muertes relacionadas con las drogas se incrementaron en 11%, a 12,903, comparadas con el mismo periodo de 2010.
Pese al ruido que se ha hecho en los medios de comunicación sobre el tema, para Moody’s la inseguridad no es un factor primordial que pueda afectar la calificación soberana de México, aunque sí podría afectar la calificación específica de algunos de los estados más violentos del país.
─¿Moody’s está estudiando si la inseguridad pública es un tema que podría afectar la calificación soberana de México?
─Es un tema que naturalmente nos preocupa y al cual le damos mucho seguimiento, y que llevamos ya mucho tiempo tratando de conseguir estudios serios que puedan vincular, por ejemplo, crecimiento económico con inseguridad. Todavía no encontramos dicho documento.
En el caso mexicano, no tenemos un indicador que pudiéramos incorporar en el análisis suficientemente robusto. Lo que sí tenemos muy claro es que la inseguridad afecta de manera local y regional en alguna medida a nivel de actividad económica y en algunos casos, pero nada que hoy en día se pueda considerar que pueda afectar la inversión.
Hoy la inseguridad no es un tema que mueva o que pueda modificar el riesgo crediticio. Hay otros factores que son un múltiplo de veces más relevantes.
─¿Cómo cuáles?
─Como el crecimiento de Estados Unidos o la falta de crecimiento suficiente en Estados Unidos; el hecho de que el nivel de inversión en infraestructura en México sea todavía muy por debajo del potencial que existe, a pesar de que evidentemente en años recientes ha habido un incremento en el gasto en infraestructura…
El país, para poderse comparar internacionalmente, debería estar creciendo mucho más rápido en su inversión en infraestructura. Ese es un tema, por ejemplo, de oportunidad, no necesariamente que afecte la calidad crediticia de la deuda del gobierno. Son oportunidades perdidas.
Otro es, por supuesto, es la debilidad fiscal que padece nuestro país, es decir, la muy baja recaudación y el hecho de que dependemos, en particular en este rubro, de la recaudación a través de Pemex. Esto nos hace muy vulnerables a un choque externo.
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