Luis Soto / El Financiero
Mientras en Davos, Suiza, los hombres de negocios, pensadores, estudiosos, líderes políticos y uno que otro estadista global exponían sus "recetas" y puntos de vista de qué hacer para superar la crisis financiera mundial que está contagiando a todos los países del orbe, sugiriendo incluso un cambio de modelo económico porque el actual ya "chafeó", dejando millones de pobres, desempleados, "jodidos" por doquier, en México los principales actores políticos siguen hablando del cambio, pero del cambio de a mentiritas.
La Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero, a través de la Comisión de Comunicación, con la colaboración del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, elaboró un interesante estudio titulado "Crecimiento y bienestar social: el verdadero desafío de la economía mexicana", donde exponen su visión sobre lo que, a su juicio, debería de hacerse para salir de la mediocridad en la que estamos desde hace varios lustros, décadas.
Dice el trabajito: En 2012 realizar una evaluación sobre la situación económica y social de México es inevitable; es necesario solucionar el rezago productivo y de bienestar social más urgente, así como en plantear los requerimientos que la sociedad mexicana y los partidos políticos deben tomar en cuenta para las próximas elecciones federales, estatales y municipales. El objetivo debe ser alcanzar niveles de desarrollo superiores, garantizar la estabilidad económica y social, así como promover la gestación de una nueva etapa de crecimiento sostenido para México.
Dicho lo anterior, es prioritario establecer un punto inicial de diagnóstico, comenzando la revisión desde una perspectiva que permita observar los resultados que le son más cercanos al ciudadano mexicano, es decir, indicar cómo las diversas variables macroeconómicas acaban incidiendo en su vida diaria.
La evolución de producto interno bruto (PIB) per cápita real pone en claro el estancamiento que enfrenta la generación de riqueza mexicana, algo que durante los últimos años no se ha revertido. De inicio esto pone un límite a la capacidad de mejorar la distribución del ingreso: si la economía no crece es complicado mejorar las condiciones de vida de los mexicanos.
Generalmente el control de la inflación, las bajas tasas de interés, el incremento de las reservas internacionales y la menor depreciación del peso frente al dólar son logros atribuidos al gobierno federal, resultado que además se indica beneficia a las empresas y a la población.
No obstante la postura oficial, deben realizarse tres precisiones. La primera: si bien es importante mantener una estabilidad en la evolución de todas estas variables, no puede dejarse de mencionar que gran parte de su comportamiento obedece a factores internacionales y al manejo de la política monetaria del Banco de México (Banxico). Iniciando la reflexión por el último punto, el mandato constitucional otorga la responsabilidad de mantener precios bajos a Banxico, institución que además es independiente del gobierno federal y de la conducción de la política fiscal que de este último emana. Por tanto, la disminución en la inflación y la aplicación de los mecanismos para lograr ello, como el manejo de las tasas de interés, se debe atribuir al banco central, el mismo que es independiente. Podría argumentarse que existe una coordinación de políticas, sin embargo durante los últimos años el incremento de los precios a las gasolinas y a la electricidad ha reflejado que la política fiscal implementada por el gobierno difiere del objetivo de control de la inflación. En lo que respecta a la parte internacional, el hecho de que la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo deban mantener tasas de interés bajas, para con ello intentar impulsar sus respectivas economías ha implicado que casi en todas las naciones del orbe se tengan menores costos de dinero. (En México ocurre lo contrario.)
La segunda precisión es que el control de dichas variables no necesariamente beneficia a los ciudadanos. En el aspecto social, la consecución de la estabilidad macroeconómica se ha dado al mismo tiempo que existe una alta precariedad laboral: 30 millones de trabajadores sin acceso a la seguridad social, 14 millones sin contrato por escrito, 12 millones que no cuentan con prestaciones distintas a las de salud, 13 millones que trabajan en la economía informal y seis millones que cuando mucho ganan un salario mínimo, representan el ejemplo adecuado de esto. El aumento de la población que vive en situación de pobreza por ingresos es clara: entre 1992 y 2010 existió un incremento de 12 millones de mexicanos en dicha situación. Lo anterior se ha exacerbado aún con el crecimiento económico registrado en 2010 y 2011.
El tercer elemento es que las empresas no cuentan con un entorno económico que les favorezca: el incremento de la inseguridad, la elevación y creación de impuestos, el retroceso en competitividad y los aumentos a los precios de combustibles y electricidad, actúan en contra de la sustentabilidad de las empresas. En general, puede apreciarse que en los últimos cinco años el incremento promedio de la actividad industrial no supera el 1 por ciento, cifra que establece la incapacidad que el país ha tenido para sobreponerse a una crisis que se generó en el exterior, pero que se ha reproducido en un sistema productivo afectado por problemas estructurales que inhiben la posibilidad de aumentar su crecimiento de manera vigorosa. El debilitamiento de la producción industrial se ve reflejado en la pérdida de mercado de las exportaciones mexicanas de manufacturas en Estados Unidos y Canadá, principalmente por el embate de los productos chinos.
En resumen: Si bien hay elementos rescatables en la política económica, como la estabilidad de precios, la menor volatilidad en el tipo de cambio y las bajas tasas de interés, éstos no son suficientes para lograr que la industria nacional eleve sus capacidades productivas y potencie la generación de empleo y distribución de la riqueza.
Mientras en Davos, Suiza, los hombres de negocios, pensadores, estudiosos, líderes políticos y uno que otro estadista global exponían sus "recetas" y puntos de vista de qué hacer para superar la crisis financiera mundial que está contagiando a todos los países del orbe, sugiriendo incluso un cambio de modelo económico porque el actual ya "chafeó", dejando millones de pobres, desempleados, "jodidos" por doquier, en México los principales actores políticos siguen hablando del cambio, pero del cambio de a mentiritas.
La Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero, a través de la Comisión de Comunicación, con la colaboración del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, elaboró un interesante estudio titulado "Crecimiento y bienestar social: el verdadero desafío de la economía mexicana", donde exponen su visión sobre lo que, a su juicio, debería de hacerse para salir de la mediocridad en la que estamos desde hace varios lustros, décadas.
Dice el trabajito: En 2012 realizar una evaluación sobre la situación económica y social de México es inevitable; es necesario solucionar el rezago productivo y de bienestar social más urgente, así como en plantear los requerimientos que la sociedad mexicana y los partidos políticos deben tomar en cuenta para las próximas elecciones federales, estatales y municipales. El objetivo debe ser alcanzar niveles de desarrollo superiores, garantizar la estabilidad económica y social, así como promover la gestación de una nueva etapa de crecimiento sostenido para México.
Dicho lo anterior, es prioritario establecer un punto inicial de diagnóstico, comenzando la revisión desde una perspectiva que permita observar los resultados que le son más cercanos al ciudadano mexicano, es decir, indicar cómo las diversas variables macroeconómicas acaban incidiendo en su vida diaria.
La evolución de producto interno bruto (PIB) per cápita real pone en claro el estancamiento que enfrenta la generación de riqueza mexicana, algo que durante los últimos años no se ha revertido. De inicio esto pone un límite a la capacidad de mejorar la distribución del ingreso: si la economía no crece es complicado mejorar las condiciones de vida de los mexicanos.
Generalmente el control de la inflación, las bajas tasas de interés, el incremento de las reservas internacionales y la menor depreciación del peso frente al dólar son logros atribuidos al gobierno federal, resultado que además se indica beneficia a las empresas y a la población.
No obstante la postura oficial, deben realizarse tres precisiones. La primera: si bien es importante mantener una estabilidad en la evolución de todas estas variables, no puede dejarse de mencionar que gran parte de su comportamiento obedece a factores internacionales y al manejo de la política monetaria del Banco de México (Banxico). Iniciando la reflexión por el último punto, el mandato constitucional otorga la responsabilidad de mantener precios bajos a Banxico, institución que además es independiente del gobierno federal y de la conducción de la política fiscal que de este último emana. Por tanto, la disminución en la inflación y la aplicación de los mecanismos para lograr ello, como el manejo de las tasas de interés, se debe atribuir al banco central, el mismo que es independiente. Podría argumentarse que existe una coordinación de políticas, sin embargo durante los últimos años el incremento de los precios a las gasolinas y a la electricidad ha reflejado que la política fiscal implementada por el gobierno difiere del objetivo de control de la inflación. En lo que respecta a la parte internacional, el hecho de que la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo deban mantener tasas de interés bajas, para con ello intentar impulsar sus respectivas economías ha implicado que casi en todas las naciones del orbe se tengan menores costos de dinero. (En México ocurre lo contrario.)
La segunda precisión es que el control de dichas variables no necesariamente beneficia a los ciudadanos. En el aspecto social, la consecución de la estabilidad macroeconómica se ha dado al mismo tiempo que existe una alta precariedad laboral: 30 millones de trabajadores sin acceso a la seguridad social, 14 millones sin contrato por escrito, 12 millones que no cuentan con prestaciones distintas a las de salud, 13 millones que trabajan en la economía informal y seis millones que cuando mucho ganan un salario mínimo, representan el ejemplo adecuado de esto. El aumento de la población que vive en situación de pobreza por ingresos es clara: entre 1992 y 2010 existió un incremento de 12 millones de mexicanos en dicha situación. Lo anterior se ha exacerbado aún con el crecimiento económico registrado en 2010 y 2011.
El tercer elemento es que las empresas no cuentan con un entorno económico que les favorezca: el incremento de la inseguridad, la elevación y creación de impuestos, el retroceso en competitividad y los aumentos a los precios de combustibles y electricidad, actúan en contra de la sustentabilidad de las empresas. En general, puede apreciarse que en los últimos cinco años el incremento promedio de la actividad industrial no supera el 1 por ciento, cifra que establece la incapacidad que el país ha tenido para sobreponerse a una crisis que se generó en el exterior, pero que se ha reproducido en un sistema productivo afectado por problemas estructurales que inhiben la posibilidad de aumentar su crecimiento de manera vigorosa. El debilitamiento de la producción industrial se ve reflejado en la pérdida de mercado de las exportaciones mexicanas de manufacturas en Estados Unidos y Canadá, principalmente por el embate de los productos chinos.
En resumen: Si bien hay elementos rescatables en la política económica, como la estabilidad de precios, la menor volatilidad en el tipo de cambio y las bajas tasas de interés, éstos no son suficientes para lograr que la industria nacional eleve sus capacidades productivas y potencie la generación de empleo y distribución de la riqueza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario