viernes, 13 de enero de 2012

¿UNA ALIANZA ENTRE EL PRI Y EL PRD?

José Fernández Santillán / El Universal
En la carrera hacia las elecciones presidenciales del próximo primero de julio ya se definieron tres grandes bloques. De una parte, el PRI logró establecer una coalición (Compromiso por México) con el Partido Verde y con el Panal. De otra parte, el PRD alcanzó un acuerdo para ir de la mano (Frente Amplio Progresista, FAP) con el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano (MC). El PAN, por su lado, irá solo a la contienda.
Para darnos una idea de los posicionamientos y la dinámica de la competencia, conviene tomar en consideración este triángulo de bloques compactos. Lo que prevalece es que cada porción se afirma con base en la descalificación de los otros dos posicionamientos.
Me explico: algunos, como Andrés Manuel López Obrador, pregonan que la única opción para que el país salga del atolladero en el que se encuentra es que el FAP gane las elecciones. Si alguno de los otros dos bloques políticos se alza con el triunfo en julio será, simple y sencillamente, “más de los mismo”.
En el entorno del PAN hay una serie de analistas políticos y comentaristas para los cuales la única opción modernizadora es la derecha; es la alternativa que mira al futuro con certeza. Para los blanquiazules tanto el PRI como el PRD (y sus respectivos aliados) encarnan el viejo nacionalismo revolucionario.
Aunque usted no lo crea hay quienes sostienen que no importa si llega el PAN o el PRD, lo relevante es que el PRI no se alce con la victoria. La recuperación del poder por parte del PRI significaría la restauración del Ancien Régime.
No obstante, lo que hasta ahora arrojan las encuestas es que los ciudadanos prefieren que el PRI ascienda al poder. Si hoy fueran las elecciones, en efecto, el PRI recuperaría no sólo la Presidencia de la República, sino también el control del Congreso de la Unión.
Vaya usted a saber en qué termine esto pero, mientras tanto, la posibilidad de que el PRI y, en segunda instancia, según los momios, el PRD salgan victoriosos tiene tanto a los panistas como al gobierno federal bastante inquietos. Para nadie es un secreto que el presidente Felipe Calderón, apartándose de sus obligaciones como jefe de Estado, ha tomado un papel activo, injerencista, en el proceso electoral en curso.
Esto es lo que debe hacer pensar, seriamente, tanto a los miembros de la coalición Compromiso por México como a los militantes del Frente Amplio Progresista en la posibilidad de unirse para hacer un frente común con vistas a garantizar la equidad y la imparcialidad de los próximos comicios.
No se trata de hacer una supercoalición electoral con programa de acción y principios doctrinarios comunes, sino un bloque de centro-izquierda para neutralizar aquellas tendencias más retrógradas dispuestas a recurrir al más descarado de los juegos sucios con tal de que ni el PRI ni el PRD lleguen al poder presidencial. Esta alianza frenaría el “fraude antipatriótico” sobre el que llamó la atención José Carreño Carlón en estas mismas páginas el 21 de diciembre pasado (“FCH/DEA: ¿Una elección intervenida?”).
Es cierto que el PRI y el PRD han tenido un prolongado desencuentro que se agudizó en 2010 cuando el partido del sol azteca decidió ir en coalición con el PAN en varios estados de la república (Oaxaca, Puebla y Sinaloa). Esta coalición trató de ser reeditada el año pasado en el Estado de México. Gracias a Alejandro Encinas y su apego a los valores de la izquierda, ese intento no fructificó.
Se rumora que Felipe Calderón, así como ya lo hizo en 2006 con el PRD, ahora está empeñado en impedir a toda costa el ascenso del PRI al poder. Por eso es necesaria una alianza entre el PRI y el PRD que refuerce la vigencia de las “reglas del juego democrático”.
Hay un dato histórico que justifica esta colaboración: la derecha en este país jamás ha entregado el poder pacíficamente.

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