lunes, 9 de mayo de 2011

PASIVOS LABORALES DE PEMEX, LA PRUEBA

Samuel García / El Semanario
En materia energética el gobierno de Felipe Calderón no tiene otro tema más importante en este año que encontrar una solución al multimillonario endeudamiento que tiene Petróleos Mexicanos por las obligaciones laborales que ha contraído y que sigue contrayendo.
Eso que los expertos financieros llaman “pasivos laborales” y que ahora nublan los balances —y el futuro— de la empresa más grande del país.
En números redondos estamos hablando de 700 mil millones de pesos, unos 58 mil millones de dólares, que asfixian las finanzas de la petrolera, que no le permiten obtener rendimientos positivos sobre su capital y, por tanto, le impiden buscar más capital a través, por ejemplo, de la colocación en el mercado de valores de los llamados “bonos ciudadanos”, tal y como se aprobó en la pasada reforma energética de 2008.
Quizá hoy por hoy este es el principal lastre —entre otros— que arrastran las finanzas de Pemex. Eso lo saben bien José Meade, el huidizo secretario de Energía, y Juan José Suárez Coppel, el director general de la paraestatal.
En una entrevista reciente Suárez Coppel me planteó el problema de esta manera: “Si no fondeamos los pasivos laborales vamos a tener una enorme carga financiera cada año y tendremos a un Pemex que nunca va a tener fortaleza financiera para poder crecer al ritmo que requiere”. Así de urgente y de claro.
De hecho —me dice— el problema es que este pasivo no se ha fondeado nunca, y esto no es un problema de la empresa, sino del “accionista”, es decir, del gobierno. Y claro, si la bolita está en la cancha del gobierno, según Coppel, entonces son el gobierno y los legisladores quienes tienen que tomar una decisión ya.
No hay que buscar el hilo negro para enfrentar este gravísimo problema: la solución es capitalizar a Pemex y para ello es necesario darle un tratamiento de empresa y no de secretaría de Estado.
Me dice Suárez Coppel advirtiendo y curándose en salud: “Esa sería la alternativa que dejaría a Pemex fuerte y financieramente sano. Obviamente es problema del accionista (del gobierno) si esos recursos se prefiere no invertirlos en la empresa; bueno, seguirán siendo los mismos resultados”.
Le pregunto si ha encontrado eco en Hacienda y una mueca lo dice todo soltando un diplomático, “hasta ahora no”. Un “no” que podría correr la misma suerte que han corrido en los primeros cuatro meses del año la reforma fiscal o la laboral bajo la sentencia de que “elecciones matan reformas”.
Una estrategia adicional necesaria para enfrentar estos enormes pasivos laborales de la petrolera es deteniendo su acelerado crecimiento de dos dígitos anuales.
Y para ello es necesario replantear los esquemas actuales de jubilación de los trabajadores, especialmente con aquellos que se están incorporando a la paraestatal.
Sabemos que Energía, Pemex y el sindicato negocian un esquema individual de pensiones, como el que aplican las Afore, que fue el corazón de la reforma del ISSSTE hace algunos años. Juan José Suárez Coppel confirma que el esquema se negocia, aunque no quiere ir más allá quizá por las sensibilidades sindicales del asunto.
Dar salida a los problemas del pasivo laboral de Pemex, en esta coyuntura, es una prueba de fuego para el gobierno del presidente Calderón. Si lo enfrenta con decisión, como lo hizo con el ISSSTE o con Luz y Fuerza del Centro, habrá dado un paso importante.

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