Empresas y negocios
Miguel Pineda - Periódico La Jornada
Los desequilibrios financieros que reportan diariamente los medios de información no reflejan la gravedad de la crisis. Un día sí y el siguiente también nos enteramos de estrepitosas caídas de las bolsas de valores, de la fragilidad de las criptomonedas que están a punto de colapsar, del aumento de precios de materias primas y granos, de la escasez de hidrocarburos y de incrementos excepcionales en el costo del dinero para controlar la inflación.
Pero la pregunta es: ¿cómo se expresan esas variables al nivel de la calle si la mayor parte de la población no tiene relación directa con las variables señaladas? Aparentemente, el ciudadano común no debería preocuparse por la volatilidad de los mercados. Sin embargo, esos desequilibrios lo que expresan es la grave situación que se presenta en la producción, la distribución y el consumo de todo tipo de bienes y servicios.
Concentrémonos en la crisis alimentaria. En estos momentos, hay grandes grupos sociales, principalmente en África Central, que no cuentan con granos para vivir, debido a sus altos costos, a la escasez y a la ruptura de las cadenas de distribución por la sequía y la invasión a Ucrania. Este fenómeno se repite en naciones pobres de todo el mundo, aunque en menores proporciones.
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