Luis Rubio - El Siglo de Torreón
La popularidad del presidente, aunque menor a otros momentos y a otros presidentes, sigue elevada. Muchos se preguntan cómo es esto posible dada la compleja, incierta y muy deteriorada situación del país y de la economía. El presidente se ha dedicado a minar todos los cimientos del desarrollo, debilitar los factores que hacen posible el crecimiento de la economía y eliminar los mecanismos que se construyeron para conferirle estabilidad y predictibilidad al actuar del gobierno. A pesar de todo esto, su popularidad no parece afectarse por su manera de decidir o sus consecuencias. No es una pregunta esotérica pero tampoco difícil de dilucidar.
La popularidad del presidente se sustenta en varios elementos, no todos los cuales se encuentran bajo su control. En primer término, la extraordinaria estrategia de propaganda que son las mañaneras tiene el efecto de mantener cautivada a su base social.
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