Heriberto Galindo Quiñonez - Periódico La Jornada
Hoy se celebrarán en nuestro país las elecciones más importantes y competidas de la historia, tanto por la dimensión alcanzada en todos los órdenes cuanto por el significado que entraña en términos del devenir histórico y de la disyuntiva que está por definirse en unas cuantas horas más.
Esta noche se conocerá la verdad política de la mayoría de los mexicanos: o se vota por un modelo democrático progresista, moderado, pero de avances estables, sustentados, graduales, planeados y programados, responsables y serios, acordes con los cánones actuales que marca la evolución del mundo desarrollado, en medio de la globalización y de la interdependencia imperantes, o se vota por la búsqueda de un cambio de paradigmas –que tiene sus razones por las injusticias y por los desequilibrios lacerantes–, pero que está más a tono con un populismo radical –por cierto en desuso por sus nefastos resultados– y con la rebeldía antisistémica que impera en gran parte del mundo, sustentada en el comprensible hartazgo social generado por la desigualdad, la injusticia, la corrupción, la impunidad, más por los errores del gobierno y del partido en el poder.
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