- Las innumerables vías para la evasión tributaria han aumentado la desigualdad
En un mundo abierto en canal por la fractura de la inequidad, el fraude y el abuso fiscal se ha transformado en un problema planetario. Solo la contabilidad del perjuicio es un descenso a la noche más negra. Porque al fin y al cabo, detrás de bancos y corporaciones hay personas que deciden. Aunque sea en quebranto de todos los demás. Los paraísos fiscales esconden entre 15 y 30 billones de dólares, las estrategias de las multinacionales para reducir su tributación suponen una pérdida de ingresos globales que representa entre el 4% y el 10% de la recaudación del impuesto de sociedades. Es decir, un lastre para el erario público que oscila —según las “estimaciones más conservadoras” de la OCDE, el organismo que integra a las naciones con mayor nivel de industrialización del planeta— entre 100.000 y 240.000 millones de dólares anuales (de 90.000 a 216.000 millones de euros). Reflejados en el espejo, los países en vías de desarrollo pierden 120.000 millones (108.000 millones de euros) por los mecanismos insolidarios. Una aritmética de la injusticia que exigiría un nuevo orden fiscal.
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