Luis Foncerrada / EL UNIVERSAL
¿Discutimos la evolución del salario real o el presupuesto de 2012? No es que sea irrelevante el salario real, todo lo contrario, pero la forma de incrementarlo se llama empleo.
El desempleo actual, sin tomar en cuenta a estudiantes en edad de trabajar, es de más de 13 millones de personas. Si todos ellos tuvieran un empleo mañana, aun en la misma proporción formal a informal que existe actualmente en nuestra economía, nuestro Producto Interno Bruto sería superior en un 30 % al estimado para 2011. Un poco más de 4 billones de pesos.
Este es el costo del desperdicio de nuestro bono demográfico. Es lo que no producimos, riqueza perdida que no mejora la distribución del ingreso y que nos mantiene creciendo en una senda de tasas bajas. Las implicaciones, en términos de carencias, de falta de movilidad social, de frustración, de criminalidad, son evidentes. La situación es más alarmante si tomamos en cuenta la precarización reciente de los salarios. Menor consumo, menor demanda, menor producción.
En otras palabras, el desempleo es un obstáculo para el crecimiento, pero también es un factor central para empezar a producir. Nos falta el otro: capital para emplearlos. Esta es la situación en la que estamos atrapados.
La prioridad es clara y evidente. Emplear y producir. Crear empleo es el reto; que una mayor proporción de nuestra población trabaje. Necesitamos inversión, capital que emplee. Treinta años con bajísima inversión pública, para comenzar, explican la falta de capital y de crecimiento.
Tampoco hay que ser un genio para saber que esta prioridad, nacional ciertamente, está distribuida en los estados. El desempleo lo vive la población en cada estado, y en algunos hay mayor urgencia, frustración, necesidad de empleo y, por lo tanto, más obstáculos para crecer que en otros.
Por supuesto, la inversión es pública y privada. El gasto público puede inducir de manera importante a la inversión privada. El sector privado tiene su tarea y su responsabilidad, pero los presupuestos gubernamentales no pueden ignorar esta responsabilidad crítica. En ningún nivel. La solución es proponer proyectos conjuntos, hacer alianzas con el sector privado. Inversión conjunta, con reglas claras y con certeza jurídica.
¿A qué se le está dando prioridad en los presupuestos federal y estatales?, ¿a la inversión y al empleo?, ¿en cada estado?, ¿en cada municipio?, ¿en el presupuesto de la federación?
Hoy por hoy, de nuevo, tenemos la oportunidad anual para rectificar, para eliminar gastos inútiles o regresivos, sabemos de muchos renglones regresivos que no tienen justificación ¿se están eliminando?
Un nuevo presupuesto representa la posibilidad de hacer mejor las cosas, representa la posibilidad de gastar mejor, de usar de la mejor manera posible los escasos recursos de los gobiernos en los tres niveles. Es un momento de gran responsabilidad y en el que se requiere madurez, fuerza y compromiso con el país, con la población. Ante un desempleo de más de 13 millones de personas y una actividad informal con una cifra similar, no hay manera de confundir la prioridad en nuestro país.
Efectivamente, el país es la suma de nuestros estados. Las entidades federativas con mayor tasa de desempleo abierto en el primer trimestre del 2011 son: Chihuahua, Tlaxcala, Durango, Zacatecas, Sonora, Tamaulipas, Tabasco, Guanajuato, y el Distrito Federal. Incluso, Nuevo León, Baja California Sur y el Estado de México, que tienen tasas superiores al 6% de desocupación abierta. Por su población, el Estado de México, con un número superior a 15 millones de personas, es por mucho el estado con la mayor cantidad de desempleados e informales; en términos absolutos, le sigue en términos de gravedad, por el número absoluto, el Distrito Federal.
Los precandidatos, todos responsables de la planeación presupuestal, que ahora discuten si el salario real cayó o subió, ¿ya tienen un presupuesto para generar inversión y empleo? ¿Tienen entre sus propuestas un plan para mejorar la distribución del ingreso?
¿Discutimos la evolución del salario real o el presupuesto de 2012? No es que sea irrelevante el salario real, todo lo contrario, pero la forma de incrementarlo se llama empleo.
El desempleo actual, sin tomar en cuenta a estudiantes en edad de trabajar, es de más de 13 millones de personas. Si todos ellos tuvieran un empleo mañana, aun en la misma proporción formal a informal que existe actualmente en nuestra economía, nuestro Producto Interno Bruto sería superior en un 30 % al estimado para 2011. Un poco más de 4 billones de pesos.
Este es el costo del desperdicio de nuestro bono demográfico. Es lo que no producimos, riqueza perdida que no mejora la distribución del ingreso y que nos mantiene creciendo en una senda de tasas bajas. Las implicaciones, en términos de carencias, de falta de movilidad social, de frustración, de criminalidad, son evidentes. La situación es más alarmante si tomamos en cuenta la precarización reciente de los salarios. Menor consumo, menor demanda, menor producción.
En otras palabras, el desempleo es un obstáculo para el crecimiento, pero también es un factor central para empezar a producir. Nos falta el otro: capital para emplearlos. Esta es la situación en la que estamos atrapados.
La prioridad es clara y evidente. Emplear y producir. Crear empleo es el reto; que una mayor proporción de nuestra población trabaje. Necesitamos inversión, capital que emplee. Treinta años con bajísima inversión pública, para comenzar, explican la falta de capital y de crecimiento.
Tampoco hay que ser un genio para saber que esta prioridad, nacional ciertamente, está distribuida en los estados. El desempleo lo vive la población en cada estado, y en algunos hay mayor urgencia, frustración, necesidad de empleo y, por lo tanto, más obstáculos para crecer que en otros.
Por supuesto, la inversión es pública y privada. El gasto público puede inducir de manera importante a la inversión privada. El sector privado tiene su tarea y su responsabilidad, pero los presupuestos gubernamentales no pueden ignorar esta responsabilidad crítica. En ningún nivel. La solución es proponer proyectos conjuntos, hacer alianzas con el sector privado. Inversión conjunta, con reglas claras y con certeza jurídica.
¿A qué se le está dando prioridad en los presupuestos federal y estatales?, ¿a la inversión y al empleo?, ¿en cada estado?, ¿en cada municipio?, ¿en el presupuesto de la federación?
Hoy por hoy, de nuevo, tenemos la oportunidad anual para rectificar, para eliminar gastos inútiles o regresivos, sabemos de muchos renglones regresivos que no tienen justificación ¿se están eliminando?
Un nuevo presupuesto representa la posibilidad de hacer mejor las cosas, representa la posibilidad de gastar mejor, de usar de la mejor manera posible los escasos recursos de los gobiernos en los tres niveles. Es un momento de gran responsabilidad y en el que se requiere madurez, fuerza y compromiso con el país, con la población. Ante un desempleo de más de 13 millones de personas y una actividad informal con una cifra similar, no hay manera de confundir la prioridad en nuestro país.
Efectivamente, el país es la suma de nuestros estados. Las entidades federativas con mayor tasa de desempleo abierto en el primer trimestre del 2011 son: Chihuahua, Tlaxcala, Durango, Zacatecas, Sonora, Tamaulipas, Tabasco, Guanajuato, y el Distrito Federal. Incluso, Nuevo León, Baja California Sur y el Estado de México, que tienen tasas superiores al 6% de desocupación abierta. Por su población, el Estado de México, con un número superior a 15 millones de personas, es por mucho el estado con la mayor cantidad de desempleados e informales; en términos absolutos, le sigue en términos de gravedad, por el número absoluto, el Distrito Federal.
Los precandidatos, todos responsables de la planeación presupuestal, que ahora discuten si el salario real cayó o subió, ¿ya tienen un presupuesto para generar inversión y empleo? ¿Tienen entre sus propuestas un plan para mejorar la distribución del ingreso?
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