sábado, 11 de junio de 2011

LA "CALDEROLANDIA" DE CORDERO

Alejandro Gómez Tamez* / El Financiero
“Cero y van tres” podríamos decir en relación a las recientes y desafortunadas declaraciones que ha hecho el Secretario de Hacienda Ernesto Cordero Arroyo en las últimas semanas. ¿En que consistieron dichas joyas periodísticas? A groso modo: la primera declaración que le valió importantes críticas ocurrió el 21 de febrero cuando aseguró que la familia mexicana promedio que gana 6 mil pesos mensuales tiene acceso al crédito, le alcanza para pagar renta, dar la mensualidad del carro y hasta para mandar a sus hijos a escuelas particulares. La segunda fue el 31 de mayo cuando dijo que México dejó de ser pobre… aunque no deja de tener problemas de pobreza. La tercera fue el 6 de junio, cuando aseguró que el poder adquisitivo del salario mínimo está creciendo en México, es decir, lo que alcanza para comprar con un salario mínimo es más que antes.
Desde luego que estas declaraciones, que en el mejor de los casos se pueden tomar como “verdades a medias” le han valido al titular de Hacienda una serie de críticas por parte de partidos de oposición, legisladores, intelectuales y académicos. Si bien después de todas estas declaraciones ha tenido que regresar a los medios a hacer la matizaciones necesarias, lo que se dice es que esto es una muestra de la insensibilidad de los gobernantes quienes desconocen la realidad nacional, ya que sólo conocen lo que les dicen sus asesores y colaboradores más cercanos. Sin embargo, el quipo de Cordero (que lo quiere llevar a la candidatura del PAN a la presidencia de la República), se cura en salud y dice que todo esto está perfectamente calculado y tiene el fin de “hacer ruido” para posicionarlo en la opinión pública (ya después se encargarán de componer su imagen).
A juicio de muchos, el posicionarse en el espectro político nacional a través de declaraciones que ofenden a los pobres de este país no es la mejor estrategia, y lo que realmente ocurre es que Cordero quiere ganarse las simpatías de su jefe el Presidente Calderón, erigiéndose como el vocero de las “buenas noticias y logros” del sexenio. Y claro, dada la falta de tacto político de Cordero, las consecuencias han sido negativas en su imagen, aunque debemos reconocer que si se ha logrado posicionar en la mente de muchos (tan es así que estoy escribiendo sobre él).
Lo peligroso de todo esto, más allá de si se trata de una estrategia de mercadotécnica y posicionamiento, es que Ernesto Cordero se crea lo que dice y piense que vivimos en una tierra de bienestar y prosperidad llamada “Calderolandia”. Sería terrible que el encargado de las finanzas públicas nacionales verdaderamente piense que con 6 mil pesos ya la libró una familia, que el salario mínimo ha recuperado su capacidad de comprar alimentos (cuando en este rubro no es así) o que haga como el ex secretario Pedro Aspe y piense que los pobres en México son un mito.
Hay que recordar que no hace mucho tiempo se le criticó a Vicente Fox por su discurso demasiado optimista en el que pintaba a México como una tierra maravillosa “Foxilandia” y le echaba la culpa a los medios de comunicación de sólo divulgar las malas noticias. Quien sabe que le pasa a los gobernantes y Secretarios de Estado, pero pareciera que la historia se está repitiendo, nada más que ahora el que se desgasta haciendo declaraciones que nadie cree no es Calderón sino Cordero (quien se presta a jugar ese papel en aras de posicionarse en medios y ganarse las simpatías de su jefe).
Pero más allá de estas cuestiones, la gran pregunta debería ser: ¿Cómo va México? El contestar esa pregunta implicaría escribir muchas cuartillas, por lo que me centraré en algunas de las principales variables económicas.
En cuanto al aumento en el poder adquisitivo del salario mínimo, tenemos que en el año 2001 el salario mínimo promedio en México era de 37.60 pesos y en 2011 es de 58.10 pesos, lo que implica un aumento nominal de 54.52 por ciento. Sin embargo, si tomamos en cuenta lo que aumentaron en promedio los precios en la economía, el crecimiento real en el periodo fue de tan sólo 1.07 por ciento (y de hecho a este incremento es al que se refería Cordero). Pero si tomamos en cuenta el aumento de los precios del componente “alimentos, bebidas y tabaco” vemos que el salario mínimo en 2011 compra 10.25 por ciento menos que en 2001. Sabemos que los pobres gastan la mayor parte de su ingreso en alimento, por lo que en realidad no podemos hablar de que el salario mínimo a ellos les alcance para más bienes que antes.
En todo caso, podemos mencionar que ciertos bienes de consumo si cuestan relativamente menos que antes, pero esto se ha dado en buena medida gracias a que tenemos un dólar barato que provoca que el precio de las importaciones sea bajo. Sin embargo, como se ha señalado en pasados editoriales, esto se da en muchas ocasiones a costa de la pérdida de empleos en México.
Si ahora analizamos cifras macroeconómicas, tenemos que en materia de empleo y de acuerdo con cifras del IMSS, a nivel nacional el número de trabajadores totales registrados aumentó en 613 mil 646 personas entre abril de 2010 y el mismo mes de 2011, lo que representa un aumento de 4.26 por ciento, pero que implica que el “ritmo de creación de empleos” está disminuyendo. Cabe señalar que hay economistas que cuestionamos que esto sea una verdadera creación de empleos, ya que el aumento en el número de asegurados bien puede obedecer a los esfuerzos de regularización que hace el IMSS.
En relación a la producción, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la economía del país, medida a través del Producto Interno Bruto (PIB) registró un crecimiento anual de 4.6% durante el primer trimestre de 2011; mientras que el Índice de Volumen Físico de la Producción Manufacturera subió 6.60% entre marzo de 2010 y el mismo mes de 2011. Si bien estas son tasas de crecimiento anualizado importantes, no está de más señalar que éstas son menores a las de los meses previos por lo que es innegable la desaceleración económica nacional.
En materia financiera las cosas aparentemente marchan bien, ya que los precios de las mercancías aumentaron entre los meses de abril de 2010 y el mismo mes de 2011 a una tasa de tan sólo 3.36 por ciento. Por su parte, Las reservas internacionales de México aumentaron entre abril de 2010 y el mismo mes de 2011 en 28 mil 392 millones de dólares. De esta forma, se alcanzó nuevamente el monto más alto de reservas internacionales en la historia del país al sumar 125 mil 793.8 millones de dólares. En lo que respecta a tasas de interés, tenemos que la Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE) a 28 días ha mostrado una gran estabilidad, ya que ésta pasó de 4.94 por ciento en mayo de 2010 a 4.85 por ciento en el quinto mes de 2011.
En relación al tipo de cambio, tenemos que en el periodo de abril de 2010 al mismo mes de 2011 el dólar disminuyó 10.53% al pasar de $12.93 a $11.5662 pesos por unidad. Esto es motivo de presunción por parte del gobierno federal porque aparentemente “denota la fortaleza del peso”, pero como se ha manifestado en pasados editoriales, eso no es verdad ya que el peso está cayendo frente a otras monedas como el euro o yen, y sólo se “fortalece” frente al dólar.
Hemos también señalado que un dólar tan barato frena la competitividad de las empresas nacionales y no permite que las empresas exportadoras puedan incursionar en otros mercados, en los que otras naciones tienen ventajas que nosotros no (precios de energéticos, telecomunicaciones y del transporte, sólo por citar algunas).
Por su parte, en materia de comercio exterior, es importante resaltar que las exportaciones de bienes y servicios nacionales muestran una clara disminución en su tasa de crecimiento, al pasar de una tasa de 28.58% en enero de este año a tan sólo 12.57% en abril. Esta es una señal inequívoca del impacto negativo del “super peso” y de que el mundo está desacelerando su tasa de crecimiento, lo que pone de nueva cuenta en riesgo el crecimiento de la manufactura. Por otro lado, las importaciones nacionales también se están desacelerando producto de una menor tasa de crecimiento nacional. Éstas pasaron de crecer a una tasa de 24.95 por ciento en enero de este año a tan sólo crecer 9.84 por ciento en abril.
Finalmente, en materia de endeudamiento con el exterior cabe señalar que las cosas no marchan bien, ya que de acuerdo a la propia Secretaría de Hacienda, la deuda externa neta del sector público mexicano llegó a 109 mil 250 millones de dólares al término de abril de este año, lo que implicó un incremento de 19 por ciento en los últimos 16 meses. Durante dicho periodo, el endeudamiento público externo se elevó en 17 mil 500 millones de dólares, y presentó el mayor dinamismo observado en más de quince años.
Por su parte, el financiamiento en dólares al sector privado no bancario se ha ubicado en una cifra máxima histórica de 75 mil 700 millones de dólares, impulsado por las tasas inusualmente bajas en el exterior y por la elevada liquidez del sistema financiero mundial.
Así, sumando la deuda del sector público con la del privado, México debe al exterior unos 185 mil millones de dólares, los cuales en este momento no preocupan, pero si lo harán cuando el mundo empiece a elevar sus tasas de interés y dejemos de tener el dólar en $11.60 pesos y lo veamos más hacía los $12.50 o $13 pesos. Entonces es cuando varias empresas y corporativos podrían tener problemas de liquidez, y el gobierno tendrá que erogar más pesos para saldar sus compromisos exclusivamente con el exterior.
De esta forma, la conclusión va en el sentido de que lo del crecimiento del poder de compra del salario mínimo es una “verdad a medias”, y que si bien la economía nacional crece, ésta se está desacelerando ante los problemas de poco crecimiento mundial, falta de reformas estructurales en lo interno e inseguridad. Además de que si bien hay estabilidad en las variables financieras, estamos endeudándonos demasiado con el exterior, lo cual siempre ha sido un factor de inestabilidad económica nacional en tiempos de turbulencias financieras globales. Y lo más importante, las cifras favorables que aquí se pueden mostrar y que cada que puede repite el Secretario de Hacienda son por lo general macroeconómicas, y no reflejan la situación de los bolsillos de las familias mexicanas ni tampoco de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).
Así que, dejemos de lado el discurso triunfalista que no nos lleva nada y mejor ocupémonos por realizar los cambios que se requieren para que este país sea más competitivo. Nadie se va a creer el cuento de que vivimos en “Calderonlandia” en este momento, pero tal vez algunos si se lo crean cuando vean que hay más empleo, más oportunidades de empleo bien remunerado y más presencia de México en los mercados globales.
Director General GAEAP*

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